Tengo 33 años y desde los 5 años que escucho música clásica. A medida que fui creciendo me vi influenciado en mis gustos musicales por la música que escuchaban mis padres y mis hermanos. No obstante, la música clásica (que no era la más escuchada en mi casa) siempre fue la que más me cautivó.
Mi madre tiene una voz hermosa y mi papá también la tenía. De hecho cantaba todo el día mientras estaba en casa. Era toda una inspiración. No cantaba para si mismo, sino que lo hacía en voz alta y con una afinación impecable y una voz aterciopelada que nunca cansaba de ser escuchada.
A los 16 años le dije a mis padres que quería empezar a cantar en un coro y tuve la suerte de encontrar un coro cerca de mi casa. Recuerdo que comencé a cantar en el Coro del Centro Universitario de Villa Ballester. Un año y medio después ya había pasado por 3 coros y empecé a formar parte de un coro microscópico de una opereta en la Scala de San Telmo, un teatro igualmente diminuto, a pasos de la Facultad de Ingeniería.
Empecé a conocer el talento monumental de los cantantes líricos de argentina y empecé a meterme de lleno en el ámbito de la música. Estudié canto lírico por más de dos años ni bien pude costear mis clases particulares y luego decidí dedicarme de lleno a mi carrera universitaria. Eso no me impidió seguir escuchando, cantando en mis ratos libres y disfrutando de la música de todos los tipos, pero en particular de la música «culta».
Empecé a devorar con avidez toda la música que podía y con la llegada y masificación de internet ese proceso creció exponencialmente. Poder escuchar música por internet a través de YouTube y decenas de radios online gratuitamente, descargar música, etc, sólo aumentó mi pasión por escuchar música desconocida.
Cuando en 2011 empecé con The Baritone, decidí evitar la trilladas canzonettas napolitanas y las árias de ópera de tenor ya que existían decenas de artistas que ofrecían ese tipo de shows. Además de hacerle un favor a mis cuerdas vocales cantando obras que simplemente no eran para mi ó bien, cambiando su tonalidad para mi voz de barítono sólo lograría «canibalizarlas». Cantar árias de barítono para hacer un show «semi-popular» tampoco era una opción considerando que las únicas árias de barítono conocidas por la mayoría del público son las del Toreador de Cármen y el ária de Fígaro en El Barbero de Sevilla. Dar un show con dos canciones conocidas y una gran cantidad de «aburridas» arias de barítono tampoco parecía atractivo.
Accedí entonces a los archivos de mi cerebro y me di cuenta que había un montón de barítonos famosos. Elvis Presley, Frank Sinatra, Dean Martin, Vic Damone, Louis Armstrong, Nat King Cole y todas sus canciones eran/son hermosísimas. También descubrí que las canciones de los musicales de Broadway y de gran cantidad de películas de Hollywood del 30 al 60 eran interpretadas por barítonos ó adaptables a la voz del barítono sin deteriorar su carácter y espíritu original. Con lo cual decidí que era el camino a seguir.
Hoy me encuentro ya a más de 2 años del inicio de The Baritone y noto que «los mayores de 50» conocen toda la música que cantamos (y disfrutamos) en The Baritone pero que los más jóvenes jamás escucharon a los grandes de Hollywood ni siquiera de refilón. También me doy cuenta las veces que escucho la radio o veo la televisión (accidentalmente) por qué no conocen esas épocas. En Argentina la gran mayoría de la gente escucha «la música de moda». Es decir, lo que «le dan para escuchar».
Desde hoy decidí empezar entonces un «Movimiento por la buena música» usando el hastag #buenamusica en todos los post tanto de nuestra página como también de nuestra fan page de Facebook. Vamos a ir subiendo consejos para descubrir nueva música y vamos a compartir toda la música que más nos gusta y que creemos, forma parte de los tesoros musicales que tenemos y no podemos morir sin haberlos disfrutado al menos una vez en la vida.