Recuerdo que cuando era chico, me resistía a probar sabores nuevos. En mi familia me acusaban de caprichoso y me insistían en que probara cosas antes de decir que no me gustaban.
Con los años eso se convirtió en un hábito y hay realmente muy pocos platos de los que no disfruto. Pasé de resistirme a probar nuevos sabores a querer probarlos todos.
El vino
Creo que el gusto que más me costó adoptar fue el del vino. Cuando tuve edad de probarlo, comencé a intentar tomar vino tinto. Me parecía realmente fuerte y al principio pensé que los que decían que era rico era en realidad por ser snobs y que no lo disfrutaban realmente.
Me obligué a mi mismo a seguir probándolo y a insistir en degustar distintos varietales y marcas hasta que con los años, puedo decir que aprendí a disfrutarlo.
No tomo vino con frecuencia y estoy muy lejos de saber tomarlo, pero de tanto me gusta tomar un poco, acompañando algún plato elaborado.
La música
Con la música viví un proceso inverso. En lugar de resistirme a escuchar sonidos nuevos desde una temprana edad, disfrutaba de todo. Con el tiempo comencé a hacerme más selecto y a ir tamizando aquellos estilos que no llegaban a mi corazón ni despertaban en mí ninguna curiosidad o admiración.
Sin dudas los estilos que más admiro están relacionados, no a la música clásica sino a aquellos estilos que me generan algún sentimiento en particular.
Encabeza la lista la música de películas, sin lugar a dudas. Es la que me conecta directamente con una escena, una emoción, un momento puntual que se dispara en mi memoria al escuchar un pasaje musical.
Siguen los musicales, que son para mí lo más parecido a una ópera pero con historias modernas. Historias con las que me siento más identificado que con la ópera en sí. Hay un texto relacionado a una trama, una melodía relacionada a un momento, a una acción específica.
Sigue la música crossover en casi todas sus formas. Porque siento que la música de fusión es una excelente manera de innovar sobre las bases de algo exitoso. Es una manera espectacular de exprimir al máximo algo que funciona y a la vez de «reinventar la rueda». Cuántas formas distintas hay de cantar una canción ó de interpretar una melodía?
La intersección
Tanto el vino como la música están forjados con meses o años de trabajo arduo. En ambos casos su proceso de elaboración incluye muchísima paciencia, recursos humanos y materiales, aprendizaje y pasión.
Sin pasión es imposible crear un buen vino, componer ó interpretar una melodía con excelencia. Sin paciencia no podremos nunca alcanzar mayor refinamiento en lo que hacemos.
Necesitamos paciencia no solo para interpretar sino también para escuchar. Necesitamos abrirnos a nuevos «sabores musicales», a nuevos varietales, a nuevos sonidos y estilos. Sólo así podremos decir que hemos experimentado, que hemos probado; que hemos vivido.