Una vez escuché que en Argentina es muy común que cuando te preguntan ¿qué sos? respondas algo distinto a cuándo te preguntan ¿a qué te dedicás?.
«Soy ilustrador pero manejo un remise», «Soy guitarrista pero trabajo en una empresa metalúrgica», «Soy cantante pero trabajo como administrativo en una PyME»
Pareciera que en nuestro país no hay suficiente lugar para el arte ó que nosotros no nos damos suficiente lugar para abrazarlo en toda su dimensión y tolerar disfrutar las consecuencias. Será el ADN de nuestros abuelos? Ó nuestros padres Baby Boomers que nos grabaron a fuego la idea de tener una «carrera normal» y luego dedicarnos a lo que nos gusta como hobby?
Cómo si eso nos garantizara el éxito en la vida.
En mi caso el éxito en la vida no se dió de la manera que esperaba. Y claramente la culpa no es ni del ADN de la posguerra ni de mis padres baby boomers.
Me hago cargo.
No luché lo suficiente contra el mandato familiar de seguir una «carrera normal» que «asegurara mi futuro» y terminé como muchos otros argentinos dedicándome a algo que no soy. Así que cuando me preguntaban «qué sos?», respondía con seguridad «cantante lírico» y cuando me preguntaban «a qué te dedicás?», respondía «trabajo en marketing digital y comercio electrónico».
O sea que no era a lo que me dedicaba ó mejor dicho, no me dedicaba a lo que soy.
A lo largo de muchos años fui tratando de que esa realidad cambie pero la vida siempre va presentando nuevos desafíos y problemas. Recién en 2011, luego de 8 años de completa inactividad musical, pude retomar mi sueño.
Como soy un emprendedor «formal» hice todas las cosas que dice el manual del emprendedor; aunque ese manual me hizo fallar sistemáticamente. Pensé en una «marca» para mi proyecto musical, armé un borrador de mi plan de negocios y decidí ponerme a ensayar (solo).
The Baritone (El Barítono) fue el nombre elegido. Diligentemente contraté a un estudio de marcas para que lo convirtiera en una marca registrada. Definí un logo, una página web y armé todos los perfiles sociales. Era algo que hacía con naturalidad desde hacía muchos años. Fui sistemático, esperando que esa sistematización me brindara un resultado predecible (el éxito).
Como soy ultraeficiente, realicé todo eso en tiempo récord. Tan rápido fue todo que me impidió medir la imbecilidad de mi plan.
Mi primer fracaso ocurrió exactamente a una semana de comenzar a ensayar. Mi idea de trabajar solo había sido el primer error garrafal de mi proyecto.
Sólo 2 ensayos fueron suficientes para darme cuenta de que necesitaba trabajar con alguien más. Necesitaba un equipo de seres humanos. Necesitaba armonía. Necesitaba fusión.
Noelia no tardó en llegar al proyecto y a mi vida y con ella, llegó todo lo demás.
Cuando la escuché cantar a Noelia por primera vez, me di cuenta que yo no era un cantante sino sólo un aprendiz (sigo siéndolo) y que si quería merecerme haberle puesto el nombre The Baritone al proyecto, era mejor que me pusiera a estudiar y pronto.
Noelia permitió que el proyecto comenzara a ser algo realmente serio. Subió el listón en forma exponencial. Noelia es quien definió un nuevo estándar. Una nueva visión.
Como no podía ser de otra manera, la química musical y la pasión compartida por la música mutó en una relación que trascendió al trabajo. Nos enamoramos y dejamos de ser compañeros de trabajo para pasar a ser compañeros de la vida.
Comenzamos enseguida a cantar en vivo. Dimos nuestro primer show a los 45 días de comenzar a ensayar. El objetivo era claro, conseguir material multimedia (fotos y videos) que nos permitiera promocionar nuestro proyecto (ahora dúo) para eventos privados y corporativos. Lo logramos.
Exactamente 6 meses después conseguimos dar nuestro primer show privado remunerado y luego de eso durante los años siguientes dimos 20 shows (mayormente privados). Cada show implicaba un enorme desgaste emocional y físico que iban en detrimento de mi objetivo. Ser feliz.
Decidimos (ya en equipo) parar. No queríamos que The Baritone se convirtiera en una carga. Así que juntamos la baraja y repartimos otra vez. El nuevo objetivo era brindar presentaciones teatrales esporádicas en dónde el aspecto técnico estuviera más controlado y en dónde tuvieramos más oportunidades de expresarnos escénicamente; a la vez que el público eligiese ir a vernos.
Comenzamos a trabajar en un proyecto teatral que denominamos «Broadway Hits» el cual estrenamos en el Teatro Monteviejo (antes Teatro del Viejo Mercado). La experiencia nos gustó muchísimo y decidimos que ese era el camino a seguir. Lo que no sabíamos era el poco interés que tendrían las salas teatrales en nuestro trabajo y las dificultades que implicaría convocar público.
Al poco tiempo de la 2da función de Broadway Hits fuimos papás de Noah. Decidimos dedicarle todo nuestro tiempo y energía a nuestro pequeño.
Cuando retomamos nuestra actividad artística a fines de 2017 decidimos trabajar en varios flancos. Presentaciones teatrales esporádicas, producción de álbumes simples de classical crossover más moderno (haciendo cóvers de temas de moda) y comenzar con la producción de distintos videos (live sessions, videoclips y material de backstage).
También decidimos hacer algunos ajustes en el equipo y sumamos a Mariano (mi tocayo) como «pianista oficial» de The Baritone.
No estoy muy seguro sobre cómo resultará todo pero lo que si tengo en claro es que cada vez que me pregunten a partir de ahora qué soy, puedo responder cada día con más seguridad que soy cantante lírico y productor de un grupo musical.